Si se trata de ti
mejor hablemos de un desbordamiento de colores,
de un terremoto de sensaciones,
de un sinnúmero de sabores,
de un millón de confusiones,
de una sobrepoblación de magos,
de un cancionero con mucho más que canciones,
de una pintura en movimiento,
de un arte revolucionario,
de la idea más extraña,
de la idea más infinita,
de una explosión de pajaritos
que se dispara en mi cabeza
y que no cesa
si se trata de ti.
miércoles
Si se trata de ti.
Publicado por L. en 0:15 4 comentarios
domingo
Raro
Y es que se sentía muy extraña,
angustiada y algo enojada,
mirando las vitrinas
en pleno invierno,
y dándose cuenta
de que los maniquíes
estaban mucho más abrigados que ella.
Publicado por L. en 15:28 3 comentarios
viernes
Paréntesis.
Ella le dijo que no había para qué llenar el espacio en blanco, que a veces era mejor así, sin letras ni llantos. Le dijo que no había que insistir, que simplemente la historia no estaba de su lado, que las letras ya se habían terminado. Él miraba y le parecía que las comas y los puntos no eran suficientes, que faltaba algo, que quedaba uno o dos párrafos aún por escribir. Ella no se notaba muy convencida. Él la besó. Agregaron un paréntesis.
Publicado por L. en 15:53 4 comentarios
Mo(o)n amour.
La luna se hacía más grande cada noche que la mirábamos juntos, y cuando se achicaba era como una señal de que debíamos dejar de vernos por unos cuantos días, cuando volviera a crecer y a hacerse más gordita, cuando volviéramos a vernos y a reencontrarnos con cada destello de nuestras pupilas.
Publicado por L. en 10:15 0 comentarios
Poco creíble.
Se van poniendo las cosas en su lugar,
aunque les cuesta bastante;
se van acercando los que se alejaban,
aunque a paso de hormiga;
se van regenerando los que iban en caída,
aunque la subida es difícil;
se van armando ideas con confusiones,
aunque suene extraño;
se van mirando los ojos que ya se habían cerrado,
lo cual no es nada imposible;
se están viviendo los días con sentido,
aunque suene increíble.
Publicado por L. en 9:02 1 comentarios
¿?
Mirarte lúcido era un castigo. Uno podía mirarte con veinte metros de distancia y podía darse cuenta de que los excesos eran tu alivio. No podías verte mejor con un par de líneas en tus venas y una petaca en cada bolsillo. Te gustaba tener ropa con muchos bolsillos. Nadie podía hablarte de tu familia sin que tus ojos saltaran repentinamente y tus pupilas comenzaran a dilatarse igual que cuando solías fumar mezclas extrañas. Te sonreías mucho cuando mencionaban lo bien que te veías con ese lúc. No podíamos dejar de decirte mentiras de mierda y algunas otras verdades.
Publicado por L. en 8:58 1 comentarios
Visita.
Solían encontrarse en el mismo lugar y a la misma hora. No decían mucho, solo se miraban con detención, fijándose en cada pequeño detalle de cualquier mínimo gesto; observando cada facción y sus posibles cambios diarios. Nunca se aburrían el uno del otro, llevaban ya cinco largos meses haciendo lo mismo y ni un solo bostezo se registraba en los minutos en que estaban juntos cada día. A veces a ella le caía una que otra lágrima, pero rápidamente se las arreglaba para secarla y hacer que esta no alcanzara a recorrer mucho camino en su pálido y delgado rostro, después de todo si algo había aprendido en este tiempo era a controlar el llanto, la tristeza. Ella no sabía bien por qué lo seguía viendo; tampoco tenía claro si él entendía lo que ella a veces trataba de decirle con la mirada, de hecho ni siquiera ella sabía qué quería decirle, pero ahí estaba: mirándolo, queriéndolo, perdonándolo cada tarde hasta que llegaba el hombre con su traje grueso y grisáceo que anunciaba que el horario de visitas había terminado.
Publicado por L. en 8:36 0 comentarios
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