viernes

Observo las mil cabezas que me rodean,
las observo en silencio,
como si no me vieran
y como si no supieran que estoy allí
paseando por sus cerebros,
corriendo y dando volteretas,
peinándolos con mis dedos
y despeinándolos con el viento
que fue el que me trajo aquí
y que no me deja ir
sin antes entender
el por qué de sus ideas
y de todos los vegetales
comibles y podridos
que emergen de sus sesos
lenta y furiosamente
y que carcomen poco a poco
mis pensamientos irreales,
faltos de razón,
de lógica
y hasta de corazón
pero nunca,
nunca
nunca
nunca
de palabras.

(al final, son sólo palabras)

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