Y el extrañar se vuelve confuso, rodeado de negatividad. No es la nostalgia rica que se sentía a veces, cuando miraba por la ventana y el corazón se me salía alegremente por la boca, latiendo tan fuertemente y ansiando tanto que saltaba un par de kilómetros más allá del umbral de mi puerta.
Ahora es más triste.
No me gusta extrañar.
No me gusta ver tus ojos ausentes antes de dormir,
ni escuchar tus frases mudas a lo largo del día.
No me gusta quererte tanto.
Ni extrañarte tanto.
Ni un poquitito.
Ya no me gusta.
miércoles
Ya no me gusta.
Publicado por L. en 21:23
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